sábado, agosto 20, 2011

Con Pedro Messone viendo a Violeta Parra en los cielos: “«Volver a los 17» la inspiré yo”

La segunda

No lo dice con tono engreído, sino contando un episodio que vivieron en la playa, mientras corrían de la mano, en un alto durante una gira camino a Puerto Natales.
por: Lilian Olivares, La Segunda

-Era fuerte, pero con la ternura de una mujer de pueblo...
Ahora que Violeta anda por los cielos, fuimos con Pedro Messone a verla en el cine, porque él la conoció en la tierra.
El cantante que alguna vez fue el boom del neofolklore chileno —e incluso portada de Revista Ritmo— tenía 28 años cuando la gran Parra, de 49, se suicidó.

A partir de ese mismo momento nació la leyenda de que él habría sido parte de las razones de Violeta para quitarse la vida. La diferencia de edad no sería un obstáculo, si se considera que el hombre que definitivamente marca sus tormentos pasionales es el antropólogo suizo Gilbert Favre, 19 años menor que ella. Y aunque el “chinito” Favre, como le decía la Viola, tenía seductores ojos azules, Pedro Messone también era de otro “mundo”.

De partida, hijo de un gerente de una sucursal de la multitienda “Gath y Chávez”; un “pije” ante la mirada de esta hija de una campesina y un muy modesto profesor folclorista pasado de alcohol. Y era actor de cine y de teatro: el “Tomasito” de La Pérgola de Las Flores.

Pero lo que más suena de Pedro Messone, especialmente en Fiestas Patrias, son sus cantos, como El Corralero o El Solitario.
Con Violeta se conocieron cuando ella volvió de Francia.
—Se parece mucho, mucho....
Lo dice viendo a la actriz Francisca Gavilán, con sus manchas de viruela pintadas en la cara y sus ojos a veces abiertamente acogedores y otras brillantes de pasión.

“No era comunista”

Lo que no le hace sentido a Messone durante el desarrollo del filme “Violeta se fue a los cielos”, de Andrés Wood, es que se rompan tantas guitarras; que el hijo —Angel— toque al principio el “cajón” peruano, un instrumento que no recuerda que en aquel año se utilizara en Chile, y tampoco entiende que, cuando en el Museo de Louvre Violeta describe sus arpilleras para tentar al encargado de exponerlas, tenga un discurso señalando que es su forma de protestar porque en su país (Chile) no lo puede hacer y que, indicando una imagen, diga que es un fusil. Era la década del 60 y gobernaba Eduardo Frei Montalva entonces.

Después de un largo silencio, porque la película es para no perder detalles, emite un comentario a propósito de una pregunta que le hace un entrevistador a la Parra, inquiriendo si es comunista. Ella le responde que cuando se hace una herida sale sangre roja; él comenta que le pasa lo mismo. Entonces ella lo trata de “compañero”.
—El uso de “compañero” viene después. Y otro punto: ella no era comunista.
—¿Cómo?
—Tenía el tema social, de los pobres. Pero no era comunista. Muchas veces la escuché decir “¡estos comunistas!”. No la ayudaban. Ni siquiera iban a la carpa...

“Ella trajo la moda de saludar con beso”

En la vida real, la conoció en el Parque Forestal donde, cuenta, ella tenía un puesto en una especie de feria artesanal en el que exponía sus telares y arpilleras. Fue por 1965.

—Ella llegó de Francia con esa moda de saludarnos con un beso en la mejilla. Eso no se usaba, salvo con los padres y los tíos. En esa época nosotros copiábamos lo que llegaba de Argentina. Pero la Viola se saltó todo e impuso una moda de Francia. Todos la copiamos y comenzamos a saludarnos de beso.

Fue al año siguiente cuando partió en una gira que organizó René Largo Farías, locutor, animador cultural y promotor de las expresiones musicales de raíz folclórica.

Tenía el programa “Chile Ríe y Canta”, que transmitía los domingos la radio Minería. Daba cabida a artistas como Rolando Alarcón, Patricio Manns, Los Cuatro Cuartos, Los Parra, Los de Santiago, Las 4 Brujas, entre otros.

El origen de “Volver a los 17”

En junio de 1966 René Largo Farías organizó una gira en la que incluyó a Patricio Manns, al dúo Rey Silva, a Silvia Urbina y Rolando Alarcón, y a Pedro Messone y Violeta Parra. De entonces datan los hechos que dieron origen a un mito urbano que situó a Messone como parte de las razones de su suicidio.

Messone recuerda:
—Mira, hay una canción que se llama “Volver a los 17”...
—Después de vivir un siglo...
—Sí, esa canción nació en Punta Arenas.

Pedro Messone no sólo conoce la historia de la famosa canción; fue el inspirador.

Iban en bus rumbo al sur. Se dirigían a Puerto Natales.
—Ibamos a llegar a tomar once, a probar los instrumentos y a actuar. Entonces dijimos: “Oye, René, paremos”.
Estaban justo al lado de una playa larga.

—Nos bajamos a recoger conchitas.y a tocar el agua que era la del Estrecho de Magallanes. De repente el bus, que estaba a unos 70 metros, empezó a moverse. Y René gritaba: “¡Ya, vamos!”. ¡Pi, pi, pi, pi!, sonaba la bocina. Parece que fue el Valladares el que gritó: “El que llega último es wevón”. Y pegamos todos la carrera. Yo tenía buen estado físico, así que avancé rápido.

De repente me di vuelta y miré, y vi que venían todos corriendo, pero la Violeta se había quedado atrás. Me devolví a buscarla. Me dijo: “No puedo correr más con todas estas cuestiones”. Estaba con una bolsa de conchitas. “Ya, vamos, corre”, le dije y la tomé de la mano y corrimos, y entonces le dije: “¡Qué libertad, parecemos cabros de 17 años!”. “¿Qué me dijiste?”, me preguntó. “¿Qué? Que parecemos cabros de 17”. Y entonces se soltó y me dijo: “Andate tú nomás”. Me fui y ella llegó después corriendo sola. En el bus hacían bromas...

Luego, recuerda, Violeta se instaló atrás en el bus y empezó a escribir en un cartucho de papel.
Terminó la gira, regresaron para seguir al norte. En Santiago tuvieron un día libre.

—Ese día yo fui a la RCA (el sello discográfico) a grabar y me encontré con ella. Me comentó que tenía una canción nueva, “te va a encantar, después te la muestro”.

Bajaron de las oficinas de la RCA y en el ascensor ella le comentó: “¿Te acordái lo que me dijiste en Punta Arenas? Tengo la canción. Se va a llamar así: ‘Volver a los 17’”. Se fueron caminando por Matías Cousiño y en Huérfanos se separaron.

Al día siguiente siguieron gira al norte. Recorrieron todas las ciudades.
—En Arica ella tomó el tren y partió a Bolivia.
Messone no lo supo entonces: Violeta iba a ver al antropólogo suizo Gilbert Favre, con quien había roto, según la película, en Francia, cuando ella le dijo al representante del Louvre que él sólo hacía los marcos de sus obras. De acuerdo a su biografía, Violeta descubrió que él estaba viviendo con otra mujer, con la que se casó.

Su última vez con Violeta

Hicieron una nueva gira juntos, en grupo, con René Largo Farías. Recuerda que el estadio Carlos Dittborn, en Arica, se llenó.
—Cerramos la actuación con una cueca. La cantó el dúo Rey Silva y yo saqué a bailar a la Violeta. Y quedó gustando tanto, que empezamos a cerrar todas las presentaciones bailando los dos la cueca.

Y llegó el verano. Y luego febrero, y el Festival de la Canción de Viña del Mar. Messone partió a defender la canción “Niña sube a la lancha”, El festival duraba entonces una semana. Uno de esos días en que no actuaba regresó a Santiago a ver a su madre. Al atardecer partió donde Violeta. La encontró en la carpa, sentada tal como aparece casi al final de la película: sola.

—¿Quién anda por ahí?
—Yo.
—¿Qué andái haciendo aquí?
—Vine a saludarte porque se me ocurrió.
—¿No andan todos los weones en el Festival de Viña, puro leseando?
—Pero si somos jóvenes, nos gusta el leseo.
—Entonces ándate para allá.

Violeta estaba enojada. Según Messone, porque no le gustaba el Festival, porque pensaba que allí no importaba el folklore. También, porque no la habían invitado. Y porque los que no estaban en Viña andaban fuera de Santiago en ese caluroso febrero.

—Andate nomás, estoy ocupada ahora —lo echó y siguió tocando el charango.
Días después, deben haber sido las 10 de la noche, Pedro Messone estaba en el camarín de la Quinta Vergara, preparándose para salir al escenario, cuando entra Rolando Alarcón, se apoya en la puerta y les dice: “Cabros, les traigo una muy mala noticia. No es el momento, pero... se murió la Violeta”.

Hasta el día de hoy, Pedro Messone no entiende. La vio feliz. Tuvo momentos de gloria. Es cierto que estaba quedándose sola en la carpa, como se ve en la película. Pero su vida no fue tan miserable, dice, como la que muestra la obra de Andrés Wood.

—Bueno, ella sabe, Dios sabe por qué se suicidó. No fue por mí. Hubo gente muy maligna que inventó ese mito. En los amores míos no estuvo ella.
“Mucha miseria, muy triste la película”, reflexiona. Y sigue:
—¿Por qué se mató? Yo creo que tuvo que ver con la letra de esa canción.. .“Mi paso retrocedido, cuando el de ustedes avanza/ el arco de las alianzas ha penetrado en mi nido...”.

Se fue enredando, enredando, como en el muro la hiedra... Violeta. La Viola.

No hay comentarios.: